Bernard-Marie Koltès, que tras su temprana muerte a causa del sida en 1989, a sus 41 años, se convirtió en un autor de culto y luego en un clásico de la dramaturgia francesa contemporánea, escribió esta obra en 1977, cuando tenía 29 años. Cuatro décadas más tarde, es sorprendente su actualidad, su potencia literaria y su pertinencia -que no su corrección- política. Se trata del monólogo de un inmigrante que da vueltas por la ciudad y que interpela a pecho descubierto a un tú en busca de escucha y compañía. Un retrato de la soledad urbana, del sentimiento de extranjería, de la frustración y el desclasamiento, pero también de la ternura y la necesidad del otro de los que hablan desde la conciencia de su diferencia.
Un monólogo lúcido y envolvente, a veces incómodo y ambiguo, que pone el dedo en la llaga en un asunto que desde hace décadas perturba nuestra contemporaneidad: la otredad y la diferencia.