Dios tiene vagina plantea una suerte de retablo de la carne atravesado por diversos aspectos de lo que denominamos identidad permeable; un ejercicio colectivo para repensar una festividad despojada de deidades fijas, que no rinde homenaje a ningún tótem y que posee el don de la reconstrucción. La noción de que nuestra identidad no es algo inherente y que exista porque sí, sino que se imagina, inventa y representa, nos sirve aquí para permeabilizar (la idea de Dios y otras) cuestiones relacionadas con género e identidad, a través de un repertorio disidente de nuestro imaginario iconográfico andaluz. Dios tiene vagina es la primera parte de Díptico por la identidad, una particular investigación llevada a cabo desde 2013 en torno a cuestiones de género e identidad, con el deseo de proponer un contexto de pensamiento y acción que ofrezca, a través de prácticas artísticas y políticas disidentes, conceptos permeables sobre la identidad.
Redcomendado para mayores de 18 años.